miércoles, 24 de marzo de 2010

Señores profesores y alumnos de la universidad:

Quisimos reproducir íntegras estas palabras, algunas de entre tantas otras, que alguna vez resonaron en el auditorio de nuestra Facultad. Mejor respuesta no encontramos al porqué del nombre de nuestro auditorio. Así, dirigiendo sus palabras en primera instancia al Presidente de la República, a los secretarios de Estado e invitados de honor, como lo dicta el protoclo de un acto solemne, simbólico; el rector de la Universidad se dirigió en seguida a los destinatarios de su discurso: "señores profesores y alumnos". Hace ya casi 48 años con estas

Palabras pronunciadas en la consagración del “Auditorio Justo Sierra”

Septiembre 22 de 1962


El hombre cuya memoria venimos a honrar hoy, a la distancia de cincuenta años de su muerte, el Maestro Justo Sierra, ilustre fundador de la Universidad Nacional, pronunció un día como hoy, el 22 de septiembre de 1910, las palabras rituales con que nació a la vida nuestra institución. Aún no se apagan los ecos de su discurso memorable, en que trazó la ruta que deberíamos seguir. Aún tienen validez los consejos y las admoniciones de aquel día. Asombra su clarividencia de conductor iluminado, que le hizo, a través de las incertidumbres del futuro, trazarnos certeramente el camino.


No intentaré hacer su panegírico. Otras voces lo han hecho ya, a nombre de la Universidad, en los distintos actos que hemos organizado para este cincuentenario luctuoso. Sólo quiero alzar la mía para decir la honda gratitud con que la Universidad Nacional consagra este auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras a la memoria del Maestro, cuyo nombre llevará en lo futuro.


Era una deuda, una vieja deuda de reconocimiento. Porque fue él quien fundó esta Facultad, allá en 1910, con el nombre de Escuela de Altos Estudios, para dar albergue a la pálida “figura de implorante”, la filosofía, que rondaba desde hacía medio siglo los claustros escolares. Él, que se declaraba partidario ferviente del positivismo comtiano como método de enseñanza, pero su adversario como doctrina filosófica; él, que fue un poseído de la ambición científica en toda disciplina del conocimiento, pero que le ponía límites a su alcance, porque advertía que la ciencia sólo sirve para navegar “por los litorales de lo conocido”; el Maestro que rindiendo culto a la razón, admitía que las ciencias en sí mismas, son una enseñanza filosófica, pero que defendía, al mismo tiempo, los fueros del espíritu, sintió la existencia de un vacío en la educación superior. Por eso hizo rematar la estructura universitaria en una escuela donde el pensamiento pudiera discurrir, fuera de los hechos tangibles, en la explicación de las grandes cuestiones filosóficas que apasionan o que angustian al hombre. El bronce que lleva su nombre y que va a descubrir dentro de un momento el Primer Magistrado de la Nación, servirá de constancia de esta inquietud espiritual.


Pero no es sólo por eso; no es sólo porque fundó esta Universidad y esta Facultad de Filosofía, por lo que venimos a clavar devotamente su nombre en nuestros muros. Es, sobre todo, porque queremos mantener perennemente encendida, frente a todo profesor, frente a todo estudiante de esta casa, igual que se enciende un faro, la virtud de su ejemplo, como una lección salvadora. Evocar sus cincuenta años de estudios, de lucha, de entrega apasionada a su misión. Recordar las dos grandes ambiciones que polarizaron su vida: ofrecer a México educación y justicia. Y los dos grandes impulsos que movieron su alma: el servicio de la patria y el de la humanidad. Y oír, sobre el trasfondo de su sensibilidad poética, en todo lo que dijo, en todo lo que hizo, el clamor angustiado por el destino de su país, como un grito que viene del fondo del pasado y que proyectado hacia delante, se vuelve un grito de esperanza.


Él fue quien nos legó el consejo, que queremos grabar indeleblemente en todos nosotros, de que una escuela se salva sólo cuando el trabajo diario, en vez de dura tarea, se trueca en emoción; él quien nos dijo que si hemos de educar, “precisa imantar de amor los caracteres” y es de él la tremenda admonición de que quien no sepa poner en la tarea educativa toda su alma, es decir, el entusiasmo, la fe, el amor; quien no ponga su espíritu entero en esa obra, “habrá hecho el mal más grave que puede hacerle a un organismo en plena evolución, acrecentar la corteza y atrofiar la médula”.


Todo eso es lo que queremos mantener siempre vivo en la conciencia universitaria. Que su mensaje y su ejemplo nos fortifiquen. Por fortuna, al cabo de cincuenta y dos años, la Universidad que él fundó sigue fiel a su destino; leal a sí misma, en superación científica sostenida, como él quería; leal a su pueblo, como él mandó, hermanando los dos grandes deberes que plasmó en su escudo: el amor de la ciencia y de la patria como fuentes de salud del pueblo.


Señores universitarios:


Las generaciones que rinden este homenaje, mañana habrán pasado, pero el bronce queda. Queremos que a su vista, mañana y en el futuro distante, todo universitario mexicano, a la pregunta de un viajero que inquiera sobre el Maestro, pueda responder con la frase lapidaria de Altamirano: “Su nombre para mí es ‘gloria’; para el mundo, Justo Sierra.”


-Ignacio Chávez-



Que no se olviden estas palabras. Ignacio Chávez (1897-1979) fue un prominente médico, científico y humanista. Graduado de medicina por la Universidad Nacional, realizó sus estudios de especialización en cardiología en París entre 1926 y 1927. En 1944 fundó el Instituto Nacional de Cardiología, primero en su tipo en el mundo. En 1961 ocupó el cargo de Rector de la Universidad Nacional. Se entregó a la misión de reformar la Universidad hasta que en 1966 renunció forzado por “los aullidos de los menos ante el silencio de los más”... silencio que, entre otros, indignó profundamente a personajes como José Gaos y Octavio Paz.

domingo, 21 de marzo de 2010

Los problemas nacionales, el gobierno y la asamblea

Realmente apoyaría a la administración del Justo-Che si ésta fuera la de las autoridades de la UNAM. Los pseudo revolucionarios no tienen credibilidad y la mayoría somos testigos del mal uso (lucrativo) que se hace actualmente del auditorio: ¡que regrese el auditorio de la Universidad para los universitarios!
-Amiga de FaceBook-

Es una verdadera lástima que la Asamblea de la Facultad de Filosofía y Letras (conocida entre algunos como “la asamblea de las piedras”) no tenga un órgano oficial de información y prensa. O si lo tiene es una lástima que no sea eficiente. La mencionada asamblea se viene reuniendo desde hace algunos meses los jueves; haciendo uso de un buen bafle y la electricidad de la Universidad, se encarga de informarnos en ciertos momentos de sus inquietudes alrededor de los problemas de la Universidad y de la Nación. Digo que es una desgracia que carezca de ese órgano informativo pues al ser la “Asamblea de la Facultad”, los miembros de ésta merecemos estar mejor informados acerca de sus resoluciones, argumentos y propuestas.

La semana pasada tuvimos la oportunidad de escuchar las interesantes disquisiciones que la Asamblea profería en torno a la últimamente muy difundida cuestión de “solicitar la renuncia” del presidente Felipe Calderón Hinojosa. Lamentablemente para mí y para muchos que tenemos una vida agitada es imposible quedarnos a escuchar qué resuelven nuestros “representantes” acerca de temas tan importantes.

Pedir la revocación del mandato a los presidentes en México es uno de esos principios incuestionables de los que debe partir todo “conocedor de las cuestiones sociales” en el universo de las conciencias políticamente correctas. Pero como miembros de la Universidad y sobretodo de su facultad de humanidades es nuestro deber cuestionar todos los principios, aunque sean tan evidentemente indiscutibles. Sólo como sano ejercicio intelectual (que no nos pese tanto esta palabra).

Así, me encontré con un artículo que apareció en 1874 en el diario La Tribuna (1), firmado por un tal Justo Sierra. El Sr. Sierra dice que: “casi todos los escritores incurren, en los países que se ha convenido en llamar latinos, en el error de hacer depender la felicidad y el porvenir de un pueblo de la acción de los gobernantes”. Nos dice que esta idea “no es racional ni democrática”.

¿Por qué? Sierra dice que la prueba la suministra la historia: en las viejas sociedades en las que el poder se concentraba en un solo individuo o grupo selecto, la voluntad del país ha ido filtrándose, si se quiere, “de manera lenta pero constante”, hasta irse aproximando al “ideal democrático”. Agrega que “no hay espectáculo ni ejemplo comparables al de la paulatina descomposición, de aquellos venerandos monumentos del ingenio y de la pasión de los hombres ávidos de dominio”.

Si nuestra sociedad a través de paulatinas transformaciones, que se celebran en este año de bicentenario, ha mudado de la monarquía a la democracia, es ilógica para Sierra la opinión de “fiarlo todo a la acción administrativa”.

En las democracias el único soberano es el individuo; sus derechos están fuera de la acción de las mayorías y de la ley misma. La idea del pacto social, resultado del mutuo sacrificio de la libertad, es errónea. El individuo no puede sacrificar un solo ápice de su libertad; el gobierno depositario de una suma de libertades sacrificadas, es un fósil de la antigua filosofía política… La libertad, decimos ahora, es un derecho, es el derecho por excelencia; todo derecho tiene un deber correlativo, este deber es el respeto al derecho ajeno, a la libertad de los otros… El gobierno, conforme a este contrato federal, es el encargado de velar por el respeto al derecho de los demás.

Así intenta mostrar Sierra lo ilógico de la opinión de que la felicidad del pueblo depende, si no exclusivamente, sí en mayor parte de la acción de la administración pública. Pues en el ideal democrático, la libertad de la sociedad descansa en la libertad del individuo. Y la libertad del individuo es su potencial capacidad de cambiar su modo de vida sin que terceros se lo impidan.

Se comprende, pues, cómo teniendo expedita toda su esfera de acción el individuo, cómo pudiendo asociar su fuerza con un número indefinido de otras, esta idea de clamar contra un gobierno que no hace nuestra felicidad, es exótica y sin significado propio en el idioma político de los pueblos libres.

¿Estamos diciendo con esto, junto con Justo Sierra, que no tiene razón de ser ningún reclamo en contra de cualquier autoridad de gobierno? No. Sierra dice que negar que el gobierno tenga una influencia directa en la actividad de la sociedad es caer en el absurdo opuesto de la opinión que está criticando. Pues sería suponer la práctica absoluta de principios absolutos.

El gobierno debe “fomentar la iniciativa individual, prepararla por medio de la instrucción pública”; no sólo educar sino también “empujar” la empresa “colonizadora” (recordemos que está escribiendo en 1874): es decir, dar impulso a la economía nacional. ¿Cómo? Por medio de una legislación adecuada y una eficiente ejecución de la ley. Dice Sierra que se suele echar toda la culpa al ejecutivo por ser éste “el cajero de la nación”. Sus deberes como cajero son conservar por medio “del orden, de la moralidad y del talento” el equilibrio entre lo que sale y entra de la caja. También aumentar los ingresos, “pero participa de ello la sociedad entera, porque cada uno de nosotros somos un rey; precisamente para que no hubiera uno solo, no está encargado el Presidente de la República de pensar y hacer todo por los ciudadanos”.

Por supuesto que no se trata de soslayar el hecho, intuido por los suspicaces y experimentado por los justamente convencidos opositores, de que no todos los ciudadanos tienen efectivamente el camino libre para ejercer su libertad. Sin embargo, para aquellos que no la tenemos acotada sino que incluso nos ha sido dada una herramienta invaluable para la transformación de nuestras condiciones particulares de vida y de la sociedad, para aquellos, para nosotros, es entonces un deber no hacer de esa herramienta un juguete. La herramienta es la educación universitaria. Y hacemos de ella un juguete cuando salimos a plantear absurdos por medio de megáfonos, utilizando además los recursos que le cuestan a la Universidad.

Refiriéndose a un artículo que alguien publicó en el diario Trait d’Union, en el que el autor se imaginaba qué le habría dicho una sibila al entonces presidente Lerdo, Sierra agrega que no estaría de más que la sibila se dirigiera también al pueblo y le dijese: “…para llegar a ser medianamente ricos, necesitamos esfuerzos sobrehumanos… pero pronto, porque el mundo marcha aprisa; pronto, no nos fiemos en lo que pueda hacer el gobierno; un gobierno solo nunca ha podido hacer nada: cada uno de nosotros comprenda su deber y hágalo…”.

Y concluye el Maestro con una frase de Benjamín Franklin: “Si alguno te dice que puedes enriquecerte de otro modo que por el trabajo y la economía, huye de él, porque es un envenenador”. ¿Podríamos aplicar la misma sentencia a quienes pretenden distraer a los universitarios de su trabajo proponiendo fantasiosas medidas que parecen presumir son la solución rápida a los problemas de México?

Sí, no hay justicia absoluta en México, pero como universitarios tenemos que comprender cuál es nuestro deber, y dejar de jugar. Quizás mis recriminaciones son infundadas, pero se aclararían o serían refutadas si las personas que se dedican a esto pusieran más diligencia en comunicar a los demás el resultado de su esfuerzo. Así podríamos juzgarlo como corresponde.

1. "Los problemas nacionales y el gobierno", La Tribuna, México, 30 de enero de 1874. Reproducido en el tomo IV de las Obras completas de Justo Sierra, pp. 56-59.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Palabras y hechos

Gandhi intentó desmontar el poder británico mediante la reafirmación de lo vernáculo (el khadi, por ejemplo) y lo logró. La acción gandhiana consistió en devolver al pueblo indio la confianza en su propia capacidad productiva, de manera que no dependiese de la profesionalización británica; en buscar medios adecuados de producción adecuada, basada en una regla simple: la productividad debe mantenerse en los límites de las necesidades. Acción sencilla y efectiva, la rebeldía de Gandhi no necesitó más que honestidad intelectual y práctica: una rebeldía que puede librarse de los valores de uso del mercado para encontrar sentido en la propia vida; rebeldía auténtica, finalmente. Es cosa digna de observar, para cuando quiera hacerse el análisis de la rebeldía de los secuestradores del auditorio Justo Sierra, que para su revolución, contraria a la de Gandhi, es imposible renunciar a los beneficios de la vida burguesa, i.e. su rebeldía es de papel; sólo así puede explicarse esa extraña coincidencia entre su berrinche ante el corte de la energía eléctrica y su apoyo al SME.


Los secuestradores del Justo Sierra afirman que orientan su acción con una finalidad liberadora, pero su irritación ante el corte del suministro eléctrico permite ver con facilidad que la liberación que buscan es de esa que requiere reflectores, que es una liberación dependiente de los servicios que los burgueses demandan del Estado, que para liberar a los otros dependen de aquello mismo de lo que los quieren liberar. De lo contrario, ante el corte del suministro eléctrico, los secuestradores del auditorio Justo Sierra hubiesen mostrado que podían continuar su acción liberadora sin la necesidad de las comodidades opresivas de nuestros días; pero no pueden, su propaganda libertaria sólo funciona en la molicie de los acomodados, su guerrita sólo es posible porque hay otros que los mantengan: son vividores que prometen manumisión al pueblo.


Enigmáticamente, aun cuando su declaración de principios afirma la oposición a las relaciones de obediencia-dominio y el rechazo al Capitalismo, en la práctica han venido a defender a los trabajadores afiliados al SME. ¿Se habrán dado cuenta que la compañía en la que trabajaban los afiliados a ese sindicato establece inevitablemente una relación de obediencia-dominio entre los clientes y los prestadores del servicio? ¿Que la industria eléctrica está indisolublemente ligada con la acumulación moderna de poder y capital? ¿Que el Capitalismo dominante tras la alianza por el desarrollo hunde sus raíces en el modo de explotación y producción que caracteriza a la industria eléctrica? ¿Que el sindicalismo con sello mexicano que caracterizó al SME motiva la acumulación de poder y capital? Si lo que realmente quieren es hacer acción liberadora, ¿por qué no preocuparse mejor por la promoción y el desarrollo de una vía energética blanda que devuelva la autonomía productiva al pueblo, a la vez que disminuye las posibilidades de acumulación de poder y riqueza? Aventuro una respuesta: porque su rebeldía no es verdadera, pues sólo son burguesitos jugando a la búsqueda de la libertad en el tiovivo de la revolución.

martes, 16 de marzo de 2010

RE: Veamos qué tienes que decir

...disculpe, señor disidente y punketo-mal-pedo, ¿sería tan amable de devolvernos el espacio que por derecho le pertenece al estudiantado, no sin antes limpiarlo y dejarlo presentable y decente, como hace algunos años?...
-Amigo de Facebook-

La primera convocatoria para alzar la voz en contra de la okupación del auditorio Justo Sierra concluyó con cifras favorables. Realmente fue emocionante ver que respondieran nuestros contactos del blog y de facebook. Pues de hacer click en el botón de "cofirmar solicitud de amistad" y responder activamente a la convocatoria que lanzamos hay una gran diferencia.

Los detractores de este ejercicio intentarán minimizarlo comparando la cantidad de participantes con la asistencia que se vió hace meses en las asambleas "para decidir el futuro del Che". Sin embargo, como dijimos anteriormente, éste sólo es el primer paso. Todo se cocinó en unos cuantos días. Sólo hizo falta una computadora y un par de personas para que esto creciera como la espuma:

26 personas confirmaron su "asistencia" al evento virtual. De ellos cuando menos 16 decidieron escribir su punto de vista en nuestro "muro". Un número similar mostró su acuerdo con los que dijeron algo levantando simbólicamente el pulgar virtual. Además hubo voces de aprobación a este experimento por parte de algunos lectores del blog. De este modo logramos conectarnos por primera vez con personas que no conocemos en persona, contactamos también con estimados profesores que tenemos tiempo de no ver o que no tuvimos el gusto de conocer en las aulas.

Contra el modo asambleístico de pensar hemos de decir que no vamos a proclamar este ejercicio como la opinión de la mayor parte de la facultad. Contra su inmediatismo diremos que esto no va a parar en una carta mal redactada para la dirección. Lo que nos importa fue lo que se dijo y no cuántos lo dijeron, si bien, en el futuro ya habrá oportunidad para prestar atención a ello.

Los comentarios vertidos nos permitieron conocer más o menos las siguientes inquietudes respecto al problema del auditorio Justo Sierra:

a) Los okupantes no se saldrán porque se los pidamos, así seamos diez mil personas... ¿A quién dirigir la protesta entonces?

b) Hay una legislación universitaria que debe respetarse, sin excepciones. Los okupantes no tienen ni tendrán ninguna justificación que los exente de dicha legislación.

c) Quien debe hacer efectiva esa legislación son las autoridades universitarias.

d) No es posible dialogar ni negociar con un interlocutor que carece de legitimidad. ¿Cómo habría de tenerla el que llega y toma por la fuerza un espacio público?

e) Entonces ¿cómo es que se mantienen estos grupos asentados en el auditorio? ¿Alguien los mantiene económicamente?

f) No nos engañemos, durante 10 años el auditorio ha sido negocio para sus distintos ocupantes.

En esta y las próximas entradas podrán aparecer citadas al comienzo alguna de las participaciones de esta primera convocatoria. Estén atentos a lo que sigue. El que persevera alcanza.


Por supuesto que se siguen recibiendo sugerencias, no estamos arengando a la multitud, sólo estamos a la espectativa de quiénes están tan ansiosos como nosotros de tener al Justo Sierra y otros espacios de la Universidad de vuelta. Podemos esperar en silencio a que suceda algo, podemos imaginar que hacemos algo diciendo "autonomía", "autogestión" y "no-autoridades" en las asambleas. O podemos pensar en medidas creativas y efectivas para solucionar esto.

viernes, 12 de marzo de 2010

Veamos qué tienes que decir


Para el día de hoy y de mañana hemos convocado a un recital de voces de protesta. Protesta acerca de la situación actual del auditorio Justo Sierra de la Universidad Nacional.

Podrán observar las singulares características de esta nueva forma de protestar en el recuadro que aparece a su derecha de Facebook y Twitter. En pocas palabras: se trata de que los usuarios de estos medios dejen un mensaje de protesta, propuesta u opinión sobre el asunto. De manera breve. También, que los usuarios de estas redes sociales inviten a participar y conectarse a sus amigos que podrían estar interesados. La vigencia de este experiemento es a partir de ahora y hasta mañana por la tarde.

¿Cuál es la intención de esto? Como los añejos y no tan añejos lectores de este sitio saben, aquí siempre se han permitido todo tipo de comentarios y se han iniciado, finalizado y dejado pendientes varios debates. Cuando uno escribe un blog y espera una réplica, espera que ésta sea sobre el contenido de lo expuesto. Eso no siempre ha sucedido, sin embargo la política de permitir todo tipo de comentarios en este blog seguirá vigente.

En cambio, la convocatoria que lanzamos para Facebook y Twitter tiene otro objetivo: vincular a los miembros de la comunidad universitaria a quienes interesa la restitución del Justo Sierra. Por ello pedimos a los lectores que decidan participar lo hagan de la manera más concisa y prudente que puedan. Pueden desatar sus pasiones aquí en el blog.

La razón es que queremos mostrar que podemos confiar en nuestros compañeros universitarios, dejar nuestro mensaje y esperar a que los otros lo vean y piensen sobre ello.

Hace tiempo, en el 2008, las autoridades de la facultad emitieron una carta que harían llegar a los okupantes del auditorio. La distribuyeron por internet para que todos aquellos miembros de la comunidad que estuvieran de acuerdo con su contenido la suscribieran. Muchos respondieron a la convocatoria y nada pasó.

La explicación de ello, por parte de la Okupa y la pro-okupa fue más o menos como sigue: hacer ese uso de las bases de datos de la facultad, así como solicitar por vía electrónica a los estudiantes y profesores que se sumaran a la iniciativa era inaceptable, pues ese tipo de accionar "obstaculiza que se genere un diálogo abierto en torno a éste tipo de procesos".

Nosotros no pretendemos limitar el diálogo ni la discusión. Por ello abrimos el blog, que si bien no ha llegado a la cantidad de personas que nos gustaría, tiene la misión de presentar todo lo que hemos podido recabar en torno al problema. Así, la convocatoria es sólo un primer ejercicio. Sólo para que entre todos nos escuchemos por primera vez. Ya habrá más ocasiones de volverlo a hacer.

Quizás respondan muy pocos, pero lo importante habrá sido dar el primer paso. Algunas personas a las que no les agradamos nos han llamado cobardes por "escondernos" detrás de una computadora. También, para que no se tome en cuenta lo que decimos, nos han llamado porros o perros, pagados por la rectoría. Probablemante de igual manera serán cosiderados ustedes si participan en la convocatoria. Pero cuando menos habrán sido escuchados una vez por varias personas y respetuosamente acerca de este asunto.


lunes, 8 de marzo de 2010

¿Y dónde quedó el entusiasmo?

El día 24 de septiembre del año pasado tuvo lugar una asamblea de la que ya hablamos en su momento. De ella emanaron asambleas por colegios que se propusieron la tarea de cambiar la situación del auditorio de la facultad. La pregunta es: al día de hoy ¿dónde quedó ese entusiasmo? ¿qué se logró con todo ello?



"Cambiar la situación del auditorio" implica aceptar que allí había un problema. Después el entusiasmo fue conducido por estudiantes con gran conciencia social aunque poca información y mucha ingenuidad. El problema pasó de ser el de la okupación del auditorio al problema de "las autoridades". Así de ambiguo. Los okupantes, a través de sus defensores supieron cambiar la inquietud de los que siguieron inquietos y así, en pocos días, la "gran mayoría" de los estudiantes estaba de acuerdo en que las autoridades no debían "manejar" el auditorio, no debían "imponer" decisiones que afectaban la vida de los estudiantes de la facultad, etcétera, etcétera.

Muchos repetían: el problema real no es el auditorio Che Guevara, el problema real es el de "las antidemocráticas formas de representación estudiantil en la toma de decisiones que son trascendentales para la...". No estoy seguro si muchos de los inicialmente preocupados por el tema del auditorio Justo Sierra fueron tan fácilmente convencidos o simplemente se cansaron de oír la misa asambleística.

Quizás tienen razón: el problema real no es el auditorio Che Guevara por sí sólo, el problema real es que, al parecer, gran parte de la comunidad universitaria no ve un problema allí. Tan es así que, o fácilmente se les convence de niñerías con argumentos tan falaces que harían reír a los mismísimos Eutidemo y Dionisodoro o bien, fácilmente dan la espalda a un problema que no merece tanta atención como para descuidar otras actividades. Podemos darles en esto parcialmente la razón, pues como una vez bien dijera el Dr. Ignacio Chávez: "hay tiempos para luchar y tiempos para estudiar". Los tiempos demandan que los jóvenes humanistas se preparen y no que intenten a toda costa vencer a los rudos de las arenas de la asamblea; que como bien sabemos, cuando se ven en desventaja saben salir avantes e imponer sus condiciones utilizando la técnica de los sillazos y botellazos (en sentido figurado).


A más de cinco meses de aquella asamblea los únicos que no perdieron nada fueron los okupantes. Ese día un estudiante de geografía "ofreció" la "prueba contundente" de que el Che sirve para actividades académicas (escuchar el segundo audio). Cinco meses después los "compañeros del Che" son recordados por permitir a los estudiantes de Letras Hispánicas realizar su coloquio.

¿Ha cambiado en algo la situación del auditorio de Filosofía y Letras?

Creo que la pregunta importante es: ¿En algún momento se tuvo conciencia de lo que se estaba discutiendo? Me parece que no. O al menos no se permitió que tuviera voz en los foros. El día 24 las pasiones estaban demasiado exacerbadas. Cuando hubo tiempo de poner las cosas en calma la inteligencia asambleística hizo su aparición: partir en todas las asambleas del hecho de que "todos estamos en contra de que las autoridades...". Me tocó ser testigo de que en las asambleas por colegios nunca se tratara el tema del tipo de afrenta que diversos grupos habían causado a la Universidad. Nunca pasó por la mesa de discusión el tema de si el uso de los espacios para ciertas actividades violaba la autonomía o no lo hacía. Nunca se debatió acerca de si la institución debe asignar espacios para cierto tipo de actividades o si no hacerlo significa necesariamente aplicar una política represiva. No, la urgencia inmediata era "organizarnos" para administrar el uso del Che.

Los futuros humanistas dieron en esos días el peor ejemplo de autocrítica y análisis de situaciones complejas. Se asumieron dueños y no beneficiarios de las instalaciones de la Universidad. Había que "organizarnos", saber cómo íbamos a "utilizar nuestro espacio". Inconcientes de asemejarse más a aves de rapiña que a educandos en el cultivo de las humanidades, la preocupación primordial fue repartirse el botín arrebatado heróicamente a la autoridad.

Por supuesto que la okupa no iba a ceder su territorio. Pero es fácil engañar a los niños dejándolos jugar en su guardería revolucionaria una vez por semana, dejándolos "discutir" los problemas nacionales. Y dejándolos expresar sus inquietudes no entre los muros universitarios como lo hace la "academicista" y represora institución. Sino en sus mismos muros, literalmente.


Más allá de todo ello sabemos que gran parte de la comunidad quiere la restitución del auditorio. Que a pesar de nuestro pesimismo quizás sea cierto lo que nos dijo un próximo invitado del blog con el que tuvimos la oportunidad de conversar: la comunidad es inteligente, la mayoría de los universitarios sabe de sus compromisos reales y debe sentir una seria responsabilidad en este asunto. Lo único que hace falta es pensar cómo podemos lograr una amplia participación, responsable, desinteresada y por supuesto, conciliadora. Conciliación y entendimiento con aquellos que piensan erróneamente que los que queremos de vuelta el Justo Sierra somos movidos por algún obscuro interés, extraño a los fines de la Universidad Nacional; con aquellos que obviamente no son los okupantes. Pensamos que utilizando de manera creativa las nuevas tecnologias de la información podremos vincularnos, formar una verdadera comunidad y solucionar este problema. Reactivemos ese entusiasmo.

domingo, 7 de marzo de 2010

Twitter y Facebook

Hemos abierto más canales de comunicación, a su derecha pueden ver que activamos ya la opción de seguir este blog en facebook... parece que no tenemos muchos seguidores todavía, pero sí muchos amigos... Ciertamente existe una diferencia.
En cuanto al twitter, pueden seguirnos en http://twitter.com/guevaraosierra
La idea más bien es establecer vínculos a este sitio a través de esas redes sociales, pero no está de más invitarlos a seguir el proceso inverso.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Las buenas acciones

Es cosa de agradecer que todavía haya gente bienintencionada en el mundo. También es cosa de agradecer que haya agrupaciones preocupadas por la educación. No ha de faltarnos, por supuesto, agradecer que además haya quienes actúen para reificar sus buenas intenciones educativas en el mundo. Lo que ya no sé es si hay que agradecer cualquier acción bienintencionada, o cualquier resultado derivado de ella. Sería bueno juzgar esas acciones. Buen ejercicio sería, por ejemplo, juzgar las acciones de los secuestradores del auditorio Justo Sierra. Por un lado, en su declaración de principios, afirman que su labor se orientará hacia lo educativo con una finalidad liberadora. Por otro, en el mismo documento, afirman que pretenden llevar la universidad al pueblo y el pueblo a la universidad. Detalle no menor, y que de alguna manera dificulta nuestro análisis, es que los secuestradores del auditorio Justo Sierra no dejan muy clara la definición de sus acciones, y mucho menos aclaran los destinatarios y participantes de las mismas –los «revolucionados», diría el maestro Luis González-, por lo que permanece en la obscuridad a qué parte del pueblo llevan a la universidad y qué parte de la universidad llevan al pueblo (sería bueno, dicho sea de paso, que informaran a la comunidad universitaria estos datos importantes, no tanto por principio democrático de rendición de cuentas, pues ellos no creen en eso, sino que les resultaría beneficioso mercadológicamente hablando), por lo que nuestro análisis, preliminar ha de proceder al tanteo. Veamos, pues, cómo es que los secuestradores del auditorio Justo Sierra están cambiando al mundo.


Usufructúan las instalaciones universitarias, ya liberadas del yugo represor del rector y las autoridades y sometidas al yugo liberador de la autogestión, para establecer un comedor comunitario vegetariano, una exposición gráfica anticapitalista, ciclos de cine, conciertos (y extraoficialmente se usa como bodega, motel y picadero, pero eso sólo lo dicen los malpensados, claro está). No veo de qué manera el comedor comunitario vegetariano educa y libera: comer lo hacen todos, tanto educados como ineducados o deseducados. Tampoco veo con claridad qué parte del pueblo satisfaría sus deseos de alimentos en el vegetarianismo, pues a veces me parece una necesidad clasemediera, para nada una condición del pueblo realmente pobre, de lo contrario no habría manera de explicar la desnutrición del campo. En cuanto a la exposición gráfica anticapitalista tampoco veo la labor educativa y liberadora, en cambio sí veo una labor panfletera y exhibicionista. ¿Qué parte del pueblo está interesada en una exposición gráfica anticapitalista? Pues la parte que puede darse el ocio suficiente para entrar a la grilla: uno que otro obrero escalador, uno que otro hijo de papi de los sectores medios de la modernidad mexicana, el estudiante consciente con morralito de lana y mata larga... Pero a esa parte del pueblo, la exposición gráfica anticapitalista ni le educa ni le libera, pues le dice lo que quiere oír, le repite lo que ya sabe, le acaricia la conciencia con lo que ya cree. Los ciclos de cine más o menos tienen el mismo problema. ¿Qué parte del pueblo asiste al ciclo de cine lésbico-gay? La parte moderna que se siente necesitada de expresiones liberadoras de las estructuras de control, los beneficiados de la explotación del campo que tienen tiempo suficiente para luchar por sus derechos. Y por último, los conciertos. No sé si la parte más necesitada de educación liberadora en México sea aquella que tiene tiempo y recursos para disfrazarse con los atuendos de concierto; creo que los realmente necesitados no tienen siquiera esa opción. Así, mientras no sepamos qué hacen realmente los secuestradores del auditorio Justo Sierra para educar y liberar al pueblo, podríamos concluir que sus acciones semejan más a un parque de diversiones para los señoritos urgidos de palpitaciones contestatarias, kindergarten para revolucionarios, que a un núcleo de actividad social comprometido con la educación y el bienestar del pueblo. ¡Disneylandia desde el Che!

martes, 2 de marzo de 2010

Don Justo en Gaceta UNAM 2010

Con motivo de los festejos por los 100 años de la Universidad Nacional, Gaceta UNAM publica cada lunes un breve recorrido por las etapas de la historia de nuestra Institución. En esta ocasión, la cuarta entrega le corresponde a nuestro personaje: don Justo Sierra.

Ya con anterioridad nos habíamos impuesto la tarea de hablar algo acerca del fundador de la Universidad Nacional, por obvias razones. Ya lo habíamos descuidado un poco. Podemos tomar ahora este texto de María de Lourdes Alvarado como punto de partida para seguir hablando de don Justo. Lo reproducimos a continuación:

Justo Sierra, en la vanguardia de una idea con mucho futuro

Presentó ante la Cámara de Diputados, en los inicios de 1881, un proyecto de creación.

El hecho de que la Universidad Nacional de México haya sido inaugurada en medio de las festividades conmemorativas del primer centenario de la independencia nacional ha propiciado que este acto haya sido visto como un proyecto improvisado, producto exclusivo de la coyuntura política y, quizás, del interés oficial por lograr la aprobación de sus compatriotas, así como de la comunidad internacional, tan cara, como sabemos, para el gobierno de Porfirio Díaz.


Escuela de niñas. Foto: IISUE/AHUNAM/Fondo Ezequiel A. Chávez, doc. 306.

Sin embargo, contra lo que una mirada superficial pudiera percibir, el proyecto universitario de Justo Sierra no fue un planteamiento coyuntural; para 1910 contaba con un largo historial, que se remonta a la década de los 70 del siglo XIX. Durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada y motivado por el movimiento estudiantil conocido como “La Universidad Libre”,(1) por medio del cual los alumnos de las escuelas nacionales intentaron expresar su creciente deseo de emancipar la ciencia de las “garras del Estado” o, dicho de otro modo, de redefinir la relación entre educación superior y gobierno, se hicieron las primeras declaraciones de que tenemos noticia en ese sentido. Justo Sierra, entonces conocido por su incipiente labor periodística, tomó la pluma para abogar en favor de la libertad de enseñanza, de instrucción y profesional. A su juicio, el sistema educativo debía tener como base la difusión obligatoria de la enseñanza primaria, y como coronamiento “la elevación constante de la enseñanza superior por la libertad”. Confiaba en que, desembarazado el Estado de su papel de educador mediante la abolición del internado, en poco tiempo estaría capacitado para crear un sistema de enseñanza superior digno del porvenir; mejor aún, podría independizar la enseñanza superior mediante la creación de universidades libres subvencionadas por el Estado. El novel escritor ponía como ejemplo el caso de Alemania, donde se gozaba de plena libertad científica, gracias a lo cual, la cátedra estaba abierta a todas las ideas, las opiniones e, incluso, hasta a los “caprichos de los hombres”, como él decía.(2) De esta forma, opinaba, el Estado jamás se atrevería a tocar “los sacrosantos fueros de la iglesia inmortal del pensamiento que se llama universidad”.


El joven Justo Sierra. Foto: IISUE/AHUNAM/Fondo Colección Justo Sierra Méndez, doc. 2.

Pocos meses después, el futuro secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes retomaría el tema, ratificando la “incompetencia” del Estado en materias de ciencia y de religión, motivo por el cual, su misión, en lo que a instrucción pública se refería, debería concretarse a subvencionarla. Una universidad libre, insistía, habría de gobernarse exclusivamente por hombres de ciencia y por pedagogos.

Es claro, por tanto, que ya desde entonces estaban presentes algunos de los elementos vertebrales de su proyecto universitario. La aceptación de la universidad como solución institucional al problema de la educación superior; la obligación gubernamental de solventar la instrucción pública en todos sus niveles; la autonomía académica como condición básica del progreso intelectual y material de los pueblos, y la pluralidad ideológica dentro de las aulas, en las que deberían tener cabida todas las modalidades del pensamiento.

A partir de entonces se sucedieron uno tras otro los foros en los que Justo Sierra expresó y repasó sus consignas. Uno de los textos más significativos fue, sin duda, su proyecto de creación de una Universidad Nacional, presentado ante la Cámara de Diputados en los inicios de 1881.(3) En él indicaba ya que la institución estaría conformada por las escuelas Nacional Preparatoria, Secundaria para Señoritas, Bellas Artes, Comercio y Ciencias Políticas, Jurisprudencia, Ingenieros y Medicina, además de dos planteles innovadores, una Escuela Normal y una Escuela de Altos Estudios. Seguramente motivado por la reciente intromisión gubernamental en la elección del texto de lógica oficial para la Escuela Preparatoria, fundamental para el programa de estudios positivista, el maestro de historia y diputado federal concluía que “el tiempo de crear la autonomía de la enseñanza pública había llegado”.(4)

Justo Sierra, secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Foto: IISUE/AHUNAM/Fondo Colección Justo Sierra Méndez, s/n.


Discurso inaugural, 13 de septiembre de 1902

Particularmente importante fue el discurso inaugural del Consejo Superior de Educación Pública pronunciado por Justo Sierra el 13 de septiembre de 1902, el cual fungiría como su plan de acción, tanto en el cargo de subsecretario de Instrucción Pública, como en el de ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes que ocupó a partir de 1905. Aunque el “Plan de la escuela mexicana”, como acertadamente se ha denominado a esta pieza oratoria(5) abarcaba múltiples aspectos, sus objetivos fundamentales se concretaban a dos puntos básicos: transformar la educación primaria de simplemente instructiva en esencialmente educativa y organizar los estudios superiores mediante la creación de “un cuerpo docente y elaborador de ciencia a la vez, que se llamase Universidad Nacional”. Esta última, expresaba, serviría de “remate y corona al vasto organismo docente que sostiene el Estado”.(6)

Como ya se mencionó, en los años subsecuentes, Sierra continuó el plan trazado en 1902 y prefigurado tiempo atrás. Fueron varios los factores que impidieron la creación inmediata de la universidad, mas si confiamos en las propias palabras del funcionario, uno de los obstáculos de mayor peso fue la necesidad de, previamente a la fundación de una Universidad Nacional, encauzar y consolidar la enseñanza elemental. Sin embargo, aunque inconfesos, los motivos políticos debieron ocupar un lugar nada despreciable.

Así, tras un largo proceso, el viejo proyecto universitario se hizo realidad en septiembre de 1910; a partir de entonces, México contaría con una institución de estudios superiores con carácter nacional, eminentemente laica y abierta a todas las corrientes del pensamiento, tal y como 35 años atrás la imaginara Justo Sierra.

La Cámara de Diputados tenía su sede en el edificio de la Escuela Nacional de Ingenieros. Foto: IISUE/AHUNAM/Colección Universidad, doc. 2679.

(1) El movimiento estudiantil “La Universidad Libre”, considerado por Ma. del Carmen Ruiz Castañeda como el primer conflicto estudiantil digno de meditación, se desarrolló
en la Ciudad de México del 21 de abril al 8 de mayo de 1875. Sobre el tema, Ma. del Carmen Ruiz Castañeda, La Universidad Libre (1875), antecedente de la Universidad
Autónoma, 2ª. Edición, México, 1979. (Deslinde, 110); Ma. de Lourdes Alvarado, “Las fracturas del sistema”, en La polémica en torno a la idea de universidad en el siglo
XIX, México, CESU, UNAM, 1994, pp. 70-82; Ma. de Lourdes Alvarado, “La Universidad Libre: primer movimiento estudiantil del México independiente (1875)”, en Renate
Marsiske (Coordinadora), Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, vol. I, México, UNAM, 1999.
(2) Justo Sierra, “Libertad de instrucción”, El Federalista, México, 30 de abril, 1875.
(3) Inicialmente, la propuesta fue publicada por El Centinela Español del 10 de febrero de 1881; un día después fue reproducido por La Libertad y el 17 del mismo mes por La
República. Finalmente, suscrito por las diputaciones de Aguascalientes, Veracruz y Jalisco fue presentado para su aprobación a la Cámara, aunque, como el mismo Sierra
aceptara posteriormente, sin el menor éxito.
(4) Justo Sierra, “La Universidad Nacional Proyecto de Creación”, Obras Completas VIII. La educación nacional, México, UNAM, 1977, p.65.
(5) “Discurso pronunciado por el Subsecretario de Instrucción Pública, Justo Sierra, el día 13 de septiembre del año de 1902, con motivo de la inauguración del Consejo Superior
de Educación Pública”, El Imparcial, México, 14 de septiembre, 1902; “Plan de la Escuela Mexicana. Discurso en la apertura del Consejo Superior de Educación Pública,
el 13 de septiembre, 1902”, Obras Completas V. Discursos, México, UNAM, 1977, pp.293-323.
(6) Sierra, “Plan de la Escuela Mexicana. Discurso en la apertura del Consejo Superior de Educación Pública, el 13 de septiembre, 1902”, Obras Completas V. Discursos,
op. cit., p. 320.


MA. DE LOURDES ALVARADO
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES
SOBRE LA UNIVERSIDAD Y LA EDUCACIÓN