A mucha gente le ha pasado que apenas acaba de adquirir algún bien o artículo y, no transcurrido mucho tiempo, le es sustraído, se extravía o por alguna u otra causa se le echa a perder. Puede haber, al menos, dos tipos de reacciones cuando a uno le pasa eso. Un caso puede ser la resignación, pues uno “todavía no se encariñaba” con el objeto perdido. El otro caso es el coraje: “¡pero si estaba nuevo!”. No sé cuál de ambos haya predominado entre los que conformaban la comunidad de la facultad de filosofía y letras entre 1998 y 2000 cuando perdieron el auditorio Justo Sierra.
Ciudad Universitaria fue oficialmente inaugurada el 20 de noviembre de 1952. Aunque la actividad en sus escuelas debió esperar hasta 1954. Cuando todo estaba nuevo, el auditorio Justo Sierra, tenía la denominación de “Auditorio General”. En la revista Arquitectura, en su número 39 de septiembre de 1952, dedicado a Ciudad Universitaria, se describe en breve al Auditorio General: “con capacidad para 630 espectadores, acondicionado para teatro experimental, proyecciones cinematográficas y actos de carácter académico, dará servicio no sólo a la Facultad de Filosofía y Letras, sino también a las Escuelas de Jurisprudencia, Economía y Ciencias Políticas y Sociales” (p. 246).
Por ello fue conocido en los siguientes años como el “Auditorio de Humanidades”, aunque no ofrecía servicios sólo para el conjunto de humanidades, pues era sede de actividades destinadas a toda la comunidad universitaria; por ejemplo, sabemos que fue la casa de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, hasta que se construyó la Sala Nezahualcóyotl.
Es en 1962, en el quincuagésimo aniversario luctuoso de Justo Sierra, cuando adquiere oficialmente el nombre del Maestro. Saltemos pues hasta 1998. Para entonces ya contaba el inmueble con mucha historia. Habían transcurrido 30 años de aquel movimiento estudiantil, cuando se le comenzó a dar el nombre del Comandante cubano-argentino caído en 1967.
Como testimonia el Prontuario 1998 de la UNAM, el inmueble fue sometido entonces a un proceso de remodelación tras casi 50 años de servicio:
El auditorio Justo Sierra, uno de los más concurridos de la Universidad, que está ubicado a un costado de la Facultad de Filosofía y Letras, fue remozado y reinaugurado con ventajas evidentes. Una megapantalla y un muro acústico le permitirán cumplir mejor su doble función: la de teatro-escuela para el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la mencionada Facultad y la de foro para actividades de extensión académica y difusión cultural. (p. 86)
En el libro Testimonios de arquitectura y diseño. Conservación y servicios. 1997-1998 (p. 90) se describe el proceso (de click en la imagen para agrandarla):
Como puede usted ver, el auditorio, ya con sus añitos encima, todavía olía a nuevo cuando en 1999 fue cerrado a la comunidad, junto con el resto de las instalaciones universitarias. Ya no volvió a abrir sus puertas desde entonces. Al menos no en calidad de auditorio universitario. Pues como decían sus entonces posesionarios y los actuales ocupantes: “desconocemos a la institución universitaria”. No sé si la comunidad de la facultad no se había encariñado lo suficiente con su recinto para no intentar recuperarlo enseguida, no sé, quizás lo intentaron pero los ocupantes eran demasiado fuertes, quizás quisieron evitar un conflicto como el que recién había padecido la Universidad, quizás se resignaron. Quizás no.