lunes, 8 de octubre de 2012

La Razón


Las autoridades universitarias, para no formar parte de la excepción entre las autoridades en general, creen tener razones para no hacer valer los estatutos universitarios y solicitar el desalojo de los delincuentes que mantienen desde hace años fuera de servicio el auditorio Justo Sierra de Filosofía y Letras. Los okupantes creen tener no la "Razón" sino la "Verdad" y por ello no admiten que entre ni siquiera a discusión su permanencia en el inmueble universitario. A veces las autoridades han sido tan generosas que se han prestado a negociar con delincuentes y los delincuentes han rechazado tan generosas ofertas. Algunos estudiantes, profesores y egresados creemos tener razones de peso para exigir que después de 12 años el rector ya no siga "analizando" la situación y actúe.

Hoy el diario La Razón dedica un espacio al trabajo valiente de una reportera y un fotógrafo denunciando la situación. 

No se pierda la edición de hoy.

martes, 17 de enero de 2012

De mar y tierra

-Pero, ¿sí somos nosotros?- preguntó el doctor Leyva, con la Gaceta en la mano.


-Sí.- le contestó el doctor Valdés -El último número del año... pero en primera plana.


El títular que originó el breve diálogo reza "La UNAM calibrará y sustituirá sensores solares en 133 puntos", y el artículo reseña una de las aportaciones más recientes del pequeño, aunque muy enjundioso, grupo de investigación al que desde hace varias décadas pertenecen los doctores mencionados. El primero de los cuales, por cierto, acaba de recibir una medalla en reconocimiento a sus cuarenta años de servicio científico para la Universidad.


El autodenominado Grupo de Radiación Solar, adscrito al Instituto de Geofísica de la UNAM, no ha dejado, desde sus lejanos inicios, de dar batalla, y sus contadísimos integrantes han estado presentes en eventos tan relevantes para la historia de la ciencia en nuestro país como las primeras misiones oceanográficas mexicanas, a bordo del "Virgilio Uribe" de feliz memoria -una corbeta donada por la Marina Armada de México-, el "estreno" de los dos buques científicos de la UNAM -con base en Mazatlán y Tuxpan, respectivamente-, y un viaje de observación del "hoyo de ozono" a la Antartida, en cooperación con una universidad australiana.


Por otra parte, este equipo de determinados investigadores no ha perdido oportunidad de atraerle recursos económicos -públicos y privados- a la UNAM, a través de convenios que, si bien no han servido para pagarle residencia en las Lomas o coche de lujo a ninguno de los miembros del grupo, han sido de la mayor utilidad, entre otras cosas, para dotar al instituto de equipos actualizados, y para hacer posibles los trabajos de campo por todo el país que requieren iniciativas como la destacada en la Gaceta del 15 de diciembre del año pasado, o el lejano viaje al país de los pingüinos.


Curiosamente, uno de los hermosos barcos oceanográficos a que he hecho referencia y cuya actividad está tan relacionada con los trabajos del grupo, fue bautizado en honor al "Maestro de América", don Justo Sierra. Aprovechándome de esta coincidencia -feliz o no, dependiendo de la ideología de cada quién-, se me ocurre proponer esta fantasiosa reflexión: ¿qué hubiera pasado si los geofísicos de quienes hablo -y entre quienes, hay que decirlo, no faltan los simpatizantes de la izquierda- hubieran, siguiendo el ejemplo de nuestros filosóficos activistas, "okupado" el pobre barquito, procedido a rebautizarlo -el "Playa Girón" hubiera sido una opción harto predecible-, y hacerse a la mar para "cambiar al mundo" vendiendo cruceros revolucionarios de lujo y figuritas del Subcomandante en lejanas tierras?


Mi respuesta es "nada", y estoy seguro de que muchos la encontrarán irracional. "¡¿Cómo que no hubiera pasado nada después de tan terrible despojo?!" Tal vez tendría que modificar un tanto mi respuesta y decir que, igual que como ha pasado con ese otro terrible despojo homónimo que hemos sufrido los universitarios, nada bueno, constructivo, enriquecedor para el país habría resultado del triunfo de los "opositores al sistema". Ni campañas oceanográficas, ni colaboración internacional, ni infraestructura de medición a nivel nacional. Es decir: nada de nada.


Y lo peor es pensar que, lo que de entrada puede parecer una comparación exagerada -¿qué tienen en común un buque y un auditorio?- y un escenario impensable -la captura de un barco, en este país y a estas alturas del partido-, son, en realidad, cosas ni tan dispares ni, por desgracia, irrealizables, pues es probable que ambos "Justos Sierras", el de tierra y el de mar, le hayan costado al estado aproximadamente lo mismo, y es seguro que, de no haberse permitido el secuestro del primero, los dos le estarían rindiendo a la Universidad idénticos dividendos académicos, científicos y económicos.


Antes de terminar, voy a hacer incapié en lo económico: ni el "Justo Sierra", ni el "Puma" -el otro buque de investigación-se limitan a recibir fondos públicos para financiar su actividad y su mantenimiento, pues, como dice la página oficial del proyecto (http://www.cic-ctic.unam.mx/cic/mas_cic/buques/buques.cfm) "Las embarcaciones son utilizadas para fines de investigación tanto por entidades de la UNAM, como, vía fletamento, por otras entidades y compañías nacionales y extranjeras". Y yo no veo razón alguna para pensar que el auditorio no pudiera hacer lo propio, sin menoscabo de sus funciones institucionales.


Por cierto, hace algunos años la tripulación -no recuerdo de cual barco- se "amotinó" para protestar contra el deseo de ciertos funcionarios de utilizar las naves como yates de lujo para sus "reuniones de trabajo". Por fortuna, la cosa terminó en la recuperación de los navíos para lo que deben de ser usados. Un excelente ejemplo, en mi opinión, para otras indignadas "tripulaciones" universitarias.