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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobre la base estudiantil que apoya a la okupa


En esta entrega el Dr. Ambrosio Velasco manifiesta su punto de vista respecto a la base estudiantil que apoya a la "okupa".
Al final del video recibe respuesta por parte de Chalito.

sábado, 23 de octubre de 2010

¿Qué se ha hecho por tratar de recuperar el Auditorio Justo Sierra?





En esta entrega, el Dr. Ambrosio Velasco relata las acciones que durante sus gestiones como Director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM fueron promovidas con el fin de acondicionar el Auditorio Justo Sierra y abrirlo al uso de la comunidad universitaria.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿Por qué la okupa?



En esta entrega el Dr. Ambrosio Velasco Gómez manifiesta su opinión respecto a la autenticidad de los motivos que la "okupa" esgrimió para justificar su presencia en el Auditorio Justo Sierra.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

2010: ¿Tienen vigencia las demandas del CGH?

En esta emisión, el Dr. Ambrosio Velasco Gómez contesta a la pregunta por la vigencia de las demandas de la huelga del ´99, todavía repetidas como consignas en la actualidad.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Qué sucedió en la UNAM en 1999?

Entrevista con el Dr. Ambrosio Velasco Gómez, ex director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, para www.cheguevara-justosierra.blogspot.com
En esta entrega menciona las que a su juicio fueron las causas del conflicto que diera origen a la huelga del ´99, presunta causa eficiente de la ocupación -todavía vigente- del Auditorio Justo Sierra y otros espacios Universitarios.
Permanezca sintonizado para próximas entregas.

domingo, 29 de agosto de 2010

¡CHE Narro!: Crónica de una evasión anunciada

El pasado miércoles tuvo lugar la participación del actual rector de la UNAM, José Narro Robles en un programa denominado "Foro W", de la estación W Radio. La propaganda del programa anunciaba que uno podría interactuar en el foro dejando sus preguntas en la página de internet de la estación, y que, sin censura, éstas serían atendidas por el rector de la UNAM:




A primera vista, una genial idea, idea que de funcionar como lucía en el papel, denotaba un sentido de autocrítica importante que el rector estaba dispuesto a afrontar. Pues a ningún universitario, a ninguno, se le escapa que la institución tiene, más allá de lo que hay que celebrar por estos primeros 100 años de vida, importantes problemas que exigen atención inmediata; por supuesto, en el entendido de que consideramos importante darle vida a la institución muchos años más.

Una de las demandas que ocupan la mente de muchos universitarios, es la cuestión del auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras. Y, como es obvio, aquellos que anhelan su reincorporación a la vida de la Universidad vieron en este supuesto foro, la oportunidad inmejorable de obtener una respuesta directa del rector de la UNAM.

Así pues, esperando ser elegidos para acudir a la emisión de radio, o cuando menos que se leyeran nuestras preguntas, las inquietudes acerca del auditorio fueron planteadas: ¿Qué se está haciendo para recuperarlo?, ¿Se está haciendo algo? ¿Por qué no se ha recurrido a los medios que establece la legislación universitaria y la Ley Orgánica? ¿Qué impide la ejecución de la ley?, etcétera, etcétera. O quizás ¿Le interesa el problema, Sr. Rector?

La única pregunta que recibió una respuesta (e incluso así, una respuesta parcial) fue la última pregunta. La respuesta que muchos obtuvimos después de la interesante disquisición de aproximadamente 5 segundos que el rector de la UNAM nos ofreció sobre el tema podría parafrasearse así: "no me interesa". Ojalá que me equivoque y el Sr. Narro me desmienta pronto.


Escuche aquí el plan de trabajo de José Narro para recuperar el Auditorio Justo Sierra.

Vayamos a lo que recuerdo que se dijo en el programa (no lo volveré a escuchar para hacer este breve relato, qué flojera, pero dejo abajo el audio completo por si a alguien le interesa). Básicamente el Dr. José Narro dejó en claro que lo que le interesaba no era entablar una discusión seria sobre algunos problemas universitarios (los que pudieran plantearse y platicarse en espacio de hora y media, pues cada uno da para horas de discusión): al parecer, era sólo un acto más de propaganda... En la entrevista, los presentadores le preguntaron al rector el porqué de no haber sido invitado a los Diálogos por la Seguridad Nacional. El viernes siguiente Narro ya estaba participando en los mentados diálogos, diciendo lo que ya todos saben (hasta el Presidente): que la solución del problema no se limita al uso de la fuerza pública. También dijo que México no se merecía lo que está viviendo: ¿se lo merecerá la Facultad de Filosofía y Letras?

El Dr. Narro se ha ocupado últimamente en demasía en saltar de un foro a otro para exponer su opinión acerca de los conflictos nacionales. Éste es un derecho de cualquier ciudadano, el problema con el rector de la UNAM es la clara evasión a las problemáticas que le tocan resolver dado el altísimo cargo que ocupa. Es decir, muchos mexicanos tenemos preocupaciones acerca de los manejos de la política nacional, sin embargo estamos bastante limitados para tener una injerencia directa en la solución de muchos de estos problemas. Sin embargo, el rector de la UNAM, como rector que es, está facultado para actuar directamente en la solución de los problemas de la institución que dirige (es un decir que la dirige).

Así, a la pregunta de una mujer acerca de aquellas famosas reuniones con los estudiantes "rechazados", que tuvieron como consecuencia el otorgamiento de becas para que estudiaran en otras universidades, se limitó a decir "sí es un problema (lo de la existencia de estudiantes rechazados)", y "lo he estado diciendo". Acto seguido dió cifras y le pasó la bolita a la SEP. Lo curioso fue que tratando después de establecer categóricamente que no hay corrupción y que los que no entren por el examen no tienen otro modo de hacerlo, A MENOS QUE... sean estudiantes del bachillerato de la UNAM, fue cuestionado respecto a la cuestión del pase automático. Narro se limitó a repetir una versión bastante cegehachera de la supuesta validez del pase automático. Fuera de eso, el programa fue básicamente, propaganda. Preguntas poco serias por parte de los entrevistadores y respuestas autocomplacientes por parte de Narro. También repitió su letanía acerca de cuánto le preocupan los jóvenes que ni estudian ni trabajan (¿será por eso que hasta parece que los okupas están protegidos?).

Así, quedó por el suelo la esperanza de muchos universitarios de que preguntas serias fueran tomadas en serio por el rector (tanto así que se atrevió a llamar al auditorio "Justo Guevara", pero eso sí, ahí estará el 22 de septiembre en el Anfiteatro Simón Bolívar, lugar donde Justo Sierra pronunció el discurso inaugural de la Universidad, tratando de emularle). Si el rector no se presta a discutir con argumentos sólidos los problemas que se le plantearon ¿es razonable esperar que los ocupantes del auditorio hagan lo propio? No. Y lo malo de la cuestión es que ese "estamos trabajando" suena más a que se "apuesta" por una salida "dialogada" al conflicto, y no por hacer valer la ley. De otro modo no se explica ese "estamos trabajando", ¿cuánto tiempo llevaría proceder penalmente?

Y a todo esto, ¿qué pensará la Dirección de la Facultad de Filosofía y Letras? Sólo Gloria lo sabe.

Audio completo del Foro W

 Otro ilustrativo cartón de Paco Calderón

P.D. He aquí la respuesta de la Oficina del Abogado General a un correo enviado, planteando el problema del Auditorio Justo Sierra: Me permito informarle que su denuncia se recibió en esta Unidad, en breve lo contactaremos. Unidad para la Atención y Seguimiento de Denuncias.

martes, 24 de agosto de 2010

Re-cuento (I): Hechos

A ver, vamos a hacer un resumen puesto que alguien lo ha solicitado, y es sensato hacerlo, dado que a pocos días de cumplirse 10 años de secuestro es comprensible que muchos no sepan a ciencia cierta qué pasó por aquel entonces.

Hay que comenzar apuntando que quienes aquí escriben tampoco estaban en la Facultad de Filosofía y Letras en aquel tiempo (septiembre de 2000). Gracias a los medios actuales de comunicación (léase FB) hemos conocido y platicado con profesores que sí estaban (algunos estudiantes entonces, otros profesores ya) y creo que más o menos concuerdan en que esto fue lo que pasó:

1. En el año de 1999 estalló un paro de labores que se prolongó por 10 meses. ¿El motivo? Supuestamente "evitar la privatización de la UNAM". El motivo real: las especulaciones son muchas, hay quienes piensan que ciertos actores politicos venían azuzando a la juventud desde el rectorado de Carpizo (o incluso antes) debido al botin político que representa la UNAM. Lo que sí es muy cierto es que el carácter público de la UNAM nunca estuvo en peligro: todo estalló por una reforma al Reglamento General de Pagos (RGP) que tras una brutal inflación establecía cuotas de 20 centavos, así que se proponía fijar cuotas de aproximadamente $1000 anuales. Cuotas de las cuales podría quedar exento todo estudiante que declarase no poder pagarlas.

2. Sobre otras vicisitudes de aquel conflicto, los remitimos a los documentos, cuando tengamos tiempo volveremos a publicar algún artículo de aquel entonces, los que ahora tenemos son los siguientes: "La Universidad en el exilio", "UNAM: ¿Nuevo triunfo de la Barbarie?", "¿Dónde están?", "Cárdenas y Barnés: la disputa por la UNAM", "El PRD en la UNAM", "UNAM: Derecho social y aberración política", "Días de luto"; y las brevísimas entradas "1999" y "2000" de nuestro blog. Cabe mencionar que los primeros cinco artículos publicados son sólo aquellos que en su momento pudimos transcribir, dentro de la enorme cantidad de material que hay, dadas las obvias limitantes de tiempo que nos imponen los deberes académicos. Se recomienda echar un vistazo al libro de Sheridan: Allá en el Campus grande, y ¿por qué no? para contrastar aquel que siempre mencionaba cierto molesto lector: UNAM: Presente ¿y futuro?

3. El caso es que unos siete meses después de terminada la huelga (cabe decir que por la fuerza ya que, a pesar de no haber sido aplicado finalmente el RGP los huelguistas no querían abrir la UNAM), el 4 de septiembre de 2000 llegó un grupo de ex integrantes del CGH a tomar el Auditorio Justo Sierra que se encontraba en remodelación (de ahí que ya no tenga butacas). Testimonios de quienes sí estaban entonces en la facultad dicen que los ex huelguistas llegaron provistos de tubos y cadenas, nomás para que se viera que iba en serio.

4. Hay que decir que los individuos que tienen tomado el auditorio desde entonces han tenido sus propias luchas intestinas por lo que es difícil establecer la genealogía y carácter de la actual okupa, respecto al CGH. Véase: "El Che Guevara autogestivo (2)" y "Sí es el CGH", y también: "Por su nombre los confundireís".

5. Resulta que a unos tres meses de abrir este blog, el 24 de septiembre de hace un año, tuvo lugar una asamblea singular. Por aquellos días algunos estudiantes y no-estudiantes estaban muy inconformes con una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en la facultad: retiro de vendedores ambulantes, colocación de macetas y de piedras anti-borrachos en la Biblioteca Central. Curiosamente pocos de ellos mostraron su inconformidad con el hecho de que un narcomenudista fuera baleado en la entrada de Filosofía y Letras, es decir, con el hecho de que un narcomenudista se encontrara en el campus y ese encontrase allí, fuera condición necesaria de posibilidad para sufrir un ataque allí. Resulta que esa asamblea semanal de quejas a la autoridad se vió profundamente ofendida cuando unas estudiantes propusieron y convocaron a la gente para que en ese espacio se manifestara la molestia por el más claro problema (dada su magnitud espacio-temporal) de la FFyL: la ocupación del Auditorio Justo Sierra.

6. Y resultó que de la asamblea se derivaron asambleitas, asambleitas que terminaron transmutando el problema del auditorio en otra cosa, menos el problema del auditorio, cito: "el problema no es el Che, el problema son las formas de representación democrática de la bla bla bla bla..."

7. Así, las cosas estamos en un periodo de letargo en el que la cuestión yace un poco adormecida, a ver qué pasa después...

Continuará...

martes, 3 de agosto de 2010

Que no le digan, que no le cuenten... pásele, puro producto de calidad, ¡garantizado!

Como decía la semana pasada, no me detendré a intentar convencer a los potenciales nuevos lectores de que ésta es la mejor causa ni mucho menos. En primer lugar porque, si esperar "acción directa" o algún tipo de apoyo de la gran masa de estudiantes y profesores, "veteranos" y "enterados" del asunto, se ha vuelto una esperanza más bien cándida, entonces esperarlo de los nuevos alumnos no sólo es más cándido sino además abusivo. Segundo, porque la UNAM tiene problemas mucho más importantes que, tristemente, el del auditorio okupado y olvidado; al que alguien pensó sería buena idea dar el nombre del fundador de esta institución.

Ciertamente, seguimos sosteniendo que aunque los problemas más urgentes están en otra parte, dice mucho de nosotros -cuando menos de la comunidad de humanidades- el estado de la cuestión y su eventual desenlace.

Y para que no le digan y no le cuenten, compartimos con ustedes una entrevista que apareció en el  pasado mes de julio en la revista Letras Libres con el maestro Guillermo Sheridan. En esta entrevista Sheridan toca de nuevo muchos de los graves problemas que vive nuestra institución. La lectura requiere dedicarle cuando menos unos 40 minutos. En estos días de comienzo de ciclo escolar, de estudiantes no admitidos, de luchas presupuestales; no es baladí dedicarle reflexión y autocrítica a nuestra casa y a nosotros mismos como universitarios. Lea si guste y reflexione.


"Si uno se asoma a la oficina de desarrollo tecnológico de la Universidad de Harvard se encuentra con una enorme tienda de patentes e inventos. No nos podemos resignar a ser un país consumidor de patentes foráneas. Tampoco a que las universidades privadas se limiten a educar administradores locales de esas patentes, ni a que las públicas produzcan sólo mexicanos conscientes que lo denuncien a perpetuidad."


A diferencia de otros "críticos", usted puede consutar en la red las credenciales del profesor Sheridan pues sano es saber a quién escuchamos decir qué.

martes, 16 de marzo de 2010

RE: Veamos qué tienes que decir

...disculpe, señor disidente y punketo-mal-pedo, ¿sería tan amable de devolvernos el espacio que por derecho le pertenece al estudiantado, no sin antes limpiarlo y dejarlo presentable y decente, como hace algunos años?...
-Amigo de Facebook-

La primera convocatoria para alzar la voz en contra de la okupación del auditorio Justo Sierra concluyó con cifras favorables. Realmente fue emocionante ver que respondieran nuestros contactos del blog y de facebook. Pues de hacer click en el botón de "cofirmar solicitud de amistad" y responder activamente a la convocatoria que lanzamos hay una gran diferencia.

Los detractores de este ejercicio intentarán minimizarlo comparando la cantidad de participantes con la asistencia que se vió hace meses en las asambleas "para decidir el futuro del Che". Sin embargo, como dijimos anteriormente, éste sólo es el primer paso. Todo se cocinó en unos cuantos días. Sólo hizo falta una computadora y un par de personas para que esto creciera como la espuma:

26 personas confirmaron su "asistencia" al evento virtual. De ellos cuando menos 16 decidieron escribir su punto de vista en nuestro "muro". Un número similar mostró su acuerdo con los que dijeron algo levantando simbólicamente el pulgar virtual. Además hubo voces de aprobación a este experimento por parte de algunos lectores del blog. De este modo logramos conectarnos por primera vez con personas que no conocemos en persona, contactamos también con estimados profesores que tenemos tiempo de no ver o que no tuvimos el gusto de conocer en las aulas.

Contra el modo asambleístico de pensar hemos de decir que no vamos a proclamar este ejercicio como la opinión de la mayor parte de la facultad. Contra su inmediatismo diremos que esto no va a parar en una carta mal redactada para la dirección. Lo que nos importa fue lo que se dijo y no cuántos lo dijeron, si bien, en el futuro ya habrá oportunidad para prestar atención a ello.

Los comentarios vertidos nos permitieron conocer más o menos las siguientes inquietudes respecto al problema del auditorio Justo Sierra:

a) Los okupantes no se saldrán porque se los pidamos, así seamos diez mil personas... ¿A quién dirigir la protesta entonces?

b) Hay una legislación universitaria que debe respetarse, sin excepciones. Los okupantes no tienen ni tendrán ninguna justificación que los exente de dicha legislación.

c) Quien debe hacer efectiva esa legislación son las autoridades universitarias.

d) No es posible dialogar ni negociar con un interlocutor que carece de legitimidad. ¿Cómo habría de tenerla el que llega y toma por la fuerza un espacio público?

e) Entonces ¿cómo es que se mantienen estos grupos asentados en el auditorio? ¿Alguien los mantiene económicamente?

f) No nos engañemos, durante 10 años el auditorio ha sido negocio para sus distintos ocupantes.

En esta y las próximas entradas podrán aparecer citadas al comienzo alguna de las participaciones de esta primera convocatoria. Estén atentos a lo que sigue. El que persevera alcanza.


Por supuesto que se siguen recibiendo sugerencias, no estamos arengando a la multitud, sólo estamos a la espectativa de quiénes están tan ansiosos como nosotros de tener al Justo Sierra y otros espacios de la Universidad de vuelta. Podemos esperar en silencio a que suceda algo, podemos imaginar que hacemos algo diciendo "autonomía", "autogestión" y "no-autoridades" en las asambleas. O podemos pensar en medidas creativas y efectivas para solucionar esto.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Y dónde quedó el entusiasmo?

El día 24 de septiembre del año pasado tuvo lugar una asamblea de la que ya hablamos en su momento. De ella emanaron asambleas por colegios que se propusieron la tarea de cambiar la situación del auditorio de la facultad. La pregunta es: al día de hoy ¿dónde quedó ese entusiasmo? ¿qué se logró con todo ello?



"Cambiar la situación del auditorio" implica aceptar que allí había un problema. Después el entusiasmo fue conducido por estudiantes con gran conciencia social aunque poca información y mucha ingenuidad. El problema pasó de ser el de la okupación del auditorio al problema de "las autoridades". Así de ambiguo. Los okupantes, a través de sus defensores supieron cambiar la inquietud de los que siguieron inquietos y así, en pocos días, la "gran mayoría" de los estudiantes estaba de acuerdo en que las autoridades no debían "manejar" el auditorio, no debían "imponer" decisiones que afectaban la vida de los estudiantes de la facultad, etcétera, etcétera.

Muchos repetían: el problema real no es el auditorio Che Guevara, el problema real es el de "las antidemocráticas formas de representación estudiantil en la toma de decisiones que son trascendentales para la...". No estoy seguro si muchos de los inicialmente preocupados por el tema del auditorio Justo Sierra fueron tan fácilmente convencidos o simplemente se cansaron de oír la misa asambleística.

Quizás tienen razón: el problema real no es el auditorio Che Guevara por sí sólo, el problema real es que, al parecer, gran parte de la comunidad universitaria no ve un problema allí. Tan es así que, o fácilmente se les convence de niñerías con argumentos tan falaces que harían reír a los mismísimos Eutidemo y Dionisodoro o bien, fácilmente dan la espalda a un problema que no merece tanta atención como para descuidar otras actividades. Podemos darles en esto parcialmente la razón, pues como una vez bien dijera el Dr. Ignacio Chávez: "hay tiempos para luchar y tiempos para estudiar". Los tiempos demandan que los jóvenes humanistas se preparen y no que intenten a toda costa vencer a los rudos de las arenas de la asamblea; que como bien sabemos, cuando se ven en desventaja saben salir avantes e imponer sus condiciones utilizando la técnica de los sillazos y botellazos (en sentido figurado).


A más de cinco meses de aquella asamblea los únicos que no perdieron nada fueron los okupantes. Ese día un estudiante de geografía "ofreció" la "prueba contundente" de que el Che sirve para actividades académicas (escuchar el segundo audio). Cinco meses después los "compañeros del Che" son recordados por permitir a los estudiantes de Letras Hispánicas realizar su coloquio.

¿Ha cambiado en algo la situación del auditorio de Filosofía y Letras?

Creo que la pregunta importante es: ¿En algún momento se tuvo conciencia de lo que se estaba discutiendo? Me parece que no. O al menos no se permitió que tuviera voz en los foros. El día 24 las pasiones estaban demasiado exacerbadas. Cuando hubo tiempo de poner las cosas en calma la inteligencia asambleística hizo su aparición: partir en todas las asambleas del hecho de que "todos estamos en contra de que las autoridades...". Me tocó ser testigo de que en las asambleas por colegios nunca se tratara el tema del tipo de afrenta que diversos grupos habían causado a la Universidad. Nunca pasó por la mesa de discusión el tema de si el uso de los espacios para ciertas actividades violaba la autonomía o no lo hacía. Nunca se debatió acerca de si la institución debe asignar espacios para cierto tipo de actividades o si no hacerlo significa necesariamente aplicar una política represiva. No, la urgencia inmediata era "organizarnos" para administrar el uso del Che.

Los futuros humanistas dieron en esos días el peor ejemplo de autocrítica y análisis de situaciones complejas. Se asumieron dueños y no beneficiarios de las instalaciones de la Universidad. Había que "organizarnos", saber cómo íbamos a "utilizar nuestro espacio". Inconcientes de asemejarse más a aves de rapiña que a educandos en el cultivo de las humanidades, la preocupación primordial fue repartirse el botín arrebatado heróicamente a la autoridad.

Por supuesto que la okupa no iba a ceder su territorio. Pero es fácil engañar a los niños dejándolos jugar en su guardería revolucionaria una vez por semana, dejándolos "discutir" los problemas nacionales. Y dejándolos expresar sus inquietudes no entre los muros universitarios como lo hace la "academicista" y represora institución. Sino en sus mismos muros, literalmente.


Más allá de todo ello sabemos que gran parte de la comunidad quiere la restitución del auditorio. Que a pesar de nuestro pesimismo quizás sea cierto lo que nos dijo un próximo invitado del blog con el que tuvimos la oportunidad de conversar: la comunidad es inteligente, la mayoría de los universitarios sabe de sus compromisos reales y debe sentir una seria responsabilidad en este asunto. Lo único que hace falta es pensar cómo podemos lograr una amplia participación, responsable, desinteresada y por supuesto, conciliadora. Conciliación y entendimiento con aquellos que piensan erróneamente que los que queremos de vuelta el Justo Sierra somos movidos por algún obscuro interés, extraño a los fines de la Universidad Nacional; con aquellos que obviamente no son los okupantes. Pensamos que utilizando de manera creativa las nuevas tecnologias de la información podremos vincularnos, formar una verdadera comunidad y solucionar este problema. Reactivemos ese entusiasmo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Las dos ocupaciones: ¿Universidad para todos o Universidad para quienes estudian?

Ésta es la cuestión. No es un planteamiento del príncipe de Dinamarca sino de Gastón García Cantú allá por 1990, hace 20 años, allá por los momentos de esplendor del Consejo Estudiantil Universitario (CEU). Por aquel entonces se discutían una serie de reformas promovidas por el anterior rector Jorge Carpizo, así como la orientación y futuro de la UNAM. Reformas que desde el punto de vista de algunos iban encaminadas a mejorar los vicios que estancaban las labores académicas y de investigación. Que fueron vistas por otros, como es costumbre, como "el primer experimento de corte "neoliberal" y privatizador de la educación superior pública en México y en América Latina".

García Cantú continua, después de la cuestión cardinal:

Lo primero se ha confundido, no sin perversidad, con la democracia, fin político de las sociedades contemporáneas pero no medio académico. La participación en materias de estudio no puede confundirse con el sistema de decisiones por mayoría. En la Universidad deben aprenderse las teorías históricas de la democracia, pero no intentar sustituir lo que pertenece a los requerimientos académicos con lo que corresponde al orden político de las sociedades.
Tal confusión, difundida por los partidos en las universidades del Estado -las particulares son para ellos verdaderos recintos sagrados- ha llevado a las oficiales- obra educativa del Estado mexicano- a su gradual deterioro.


Diez años después, el espíritu antireformista del CEU, con el conflicto generado por el alza de cuotas en la UNAM se materializo en el CGH que mantuvo ocupada y paralizada la UNAM durante casi diez meses. Por supuesto que el cierre no era arbitrario, pues cerraban la Universidad para que "permaneciera abierta en el futuro". Sobre ello nos decía el Dr. Francisco Valdés Ugalde lo siguiente:

UNAM: derecho social y aberración política

El Universal, 26 de septiembre de 1999

¿Puede un movimiento en defensa de un “derecho social” condenarse a sí mismo a ser el enterrador de tal derecho? Si el movimiento en cuestión se interna por el camino de la aberración política, la respuesta es positiva. Lo que ocurre en la UNAM es un caso ilustrativo. Reconocerlo es sencillo, explicarlo es otro problema; es el verdadero problema.

Vienen a la mente, multitud de imágenes “útiles” para referirse a la cuestión, desde la famosa idea de Hegel de que los hechos de la historia se producen dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, hasta la de quienes han insistido en que lo que ocurre en la UNAM es un reflejo de lo que pasa en el país y viceversa. De la primera imagen, se puede afirmar ciertamente que el 68 fue la tragedia y el 99 una farsa que ha alcanzado uno de sus mayores momentos simbólicos en la imagen televisada del vándalo con pretensiones de historiador anticipado que escribió la fecha de “1999” sobre el signo de interrogación que David Alfaro Siqueiros puso de colofón en su mural de Rectoría sobre las gestas históricas del pueblo mexicano. De la segunda fórmula sobresale la banalidad del entusiasmo con aires de gloria de quienes regodean su miopía en esa supuesta intrínseca relación metafísica, incapaces de imaginar que también por ese camino podía transcurrir el “lado malo” de la historia. Esta falsa idea especular me hace evocar la célebre frase de Borges: “Los espejos y la cúpula son abominables pues reproducen a los hombres”. Pero las ideas especulares son reduccionistas. La realidad exige otro esfuerzo.

Como todo el mundo sabe, el movimiento estudiantil tuvo su origen en la protesta contra el establecimiento de cuotas en la UNAM. Después de los primeros días de efervescencia, se conformó el Consejo General de Huelga que procedió a exigir la derogación del reglamento respectivo y luego a ampliar sus exigencias a otros puntos que habían sido previamente reformados. Al iniciarse el paro, hace ya más de cinco meses, el pliego petitorio de los estudiantes combinaba extrañamente demandas de gratuidad con exigencias como las anteriores que, de aceptarse, redundarían en la degradación de la calidad educativa. Entre estas últimas sobresalía la de restaurar el pase automático de la preparatoria a la profesional y eliminar las relaciones entre la UNAM y el CENEVAL.

A pesar del tiempo que ha transcurrido desde que el conflicto se inició, es notoria la ausencia de tino político del CGH para plantear con productividad política las finalidades que dice perseguir. Por ejemplo, el CGH no se ha pronunciado ni ha exigido al Ejecutivo o al Congreso la restauración de la gratuidad en la educación superior a pesar de que el artículo tercero de la Constitución fue reformado en 1993, abriendo paso a que la educación superior deje de ser legalmente gratuita. En esta reforma se introdujo, entre otras modificaciones, una nueva redacción de las “obligaciones” del Estado para con la educación superior. Mientras que la fracción cuarta de dicho artículo señala que “toda educación que imparta el Estado será gratuita”, la siguiente acota que “además de impartir la educación primaria, preescolar y secundaria (…) el Estado promoverá y atenderá todos los tipos y modalidades educativos –incluyendo la educación superior- necesarios para el desarrollo de la nación, apoyará la investigación científica y tecnológica, y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura”.

Esta redacción es clara pero a la vez ambigua. Por una parte se distingue entre impartir, por un lado, y promover y atender, por el otro con esta distinción se pretende dejar en claro que el Estado no imparte la educación superior. Pero se introduce una ambigüedad al decir que la promoverá y atenderá; si el Estado no la imparte, entonces no será gratuita sino solamente “promovida” y “atendida”. Naturalmente, estos últimos términos quedan totalmente indefinidos en el texto constitucional. Pero queda aún más indefinido en este nivel el carácter que tienen, desde el punto de vista presupuestal, organismos como la UNAM que es, en el ámbito de la administración pública, un “organismo descentralizado del Estado”. En esta última expresión el carácter descentralizado del organismo no se refiere al Estado, sino a la administración pública, mientras que la expresión “del Estado” designa su pertenencia al Estado. Así pues, según la Constitución, la UNAM es del Estado pero lo que la UNAM hace no es, entre otras cosas, educación impartida por el Estado.

Con toda su ambigüedad, la reforma de 1993 ha operado un cambio de facto y de jure en las relaciones entre el Estado y la UNAM. A pesar de que en ellas se ampara la reducción presupuestal que Hacienda le propinó a la UNAM y que está detrás de la modificación al reglamento de pagos, el CGH no ha criticado ni, mucho menos, solicitado un cambio de esta redacción actual del artículo tercero. Por el contrario, el CGH sólo le carga la mano a la UNAM y, en particular, a sus autoridades, haciéndolas responsable únicas de los cambios al reglamento de pagos. Al hacer esto y confirmar su postura con más de cinco meses de paro sin haber incomodado ni un ápice al gobierno o al Congreso, el CGH parece coincidir sospechosamente con los propósitos que oscuramente, por vías oficiosas e informales, miembros del gobierno han proferido respecto de reformar drásticamente a la Universidad o, de plano, hacerla desaparecer.

Lo anterior no significa que las autoridades universitarias no tengan ninguna responsabilidad en el origen del conflicto ni en la postergación constante de su solución. Indica, sin embargo, que, o bien quienes controlan al CGH y quienes los siguen no tienen capacidad política para entender la problemática en que está situada al UNAM, o bien que sus propósitos no son los que confiesan, sino los mismos de aquellos en el gobierno que sin dar la cara buscan debilitar la institución para poder darle un golpe mortal o dispersarla. Curiosamente, a este despropósito se suman organizaciones sociales como el Frente Popular Francisco Villa y el EZLN.

A esta forma aberrante de conducta política se agrega la decisión del presidente Zedillo de que en la UNAM la aplicación de la ley, en lo que respecta a su ocupación ilegal por los huelguistas, deberá ser un hecho de excepción sujeto a la expresión “mayoritaria” de la comunidad universitaria. A pesar de la universalidad del estado de derecho como establecimiento de condiciones iguales para todos, la UNAM es, por razones de Estado no democráticas, condenada a la excepción. Al proceder así, el gobierno instaura por omisión deliberada una especie de estado de naturaleza pre-político. Me pregunto si en este proceder no se anuncia el destino al que se conduce al Estado mexicano.

Bajo la perniciosa acción de los huelguistas y la indolente actitud asumida por el gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial incluidos) anida la amenaza (esta sí verdaderamente neoliberal) de reducir los servicios a las necesidades del mercado. Si la educación es un servicio que debe sujetarse a este principio, qué ha de pasar cuando el mercado no lo demande o requiera cambios en la forma en que se le procura. Desde el punto de vista estrictamente economista si el “mercado” no demanda educación, no hay ninguna razón para que existan proveedores. Si existe tal demanda, entonces los proveedores deben satisfacerla en las modalidades en que la requieren los consumidores. Más de 200 mil estudiantes se inscribieron o reinscribieron en la UNAM para el ciclo escolar 99-2000, es decir, sí hay demanda. Al defender las aspiraciones a huelga de su paro, los paristas trataron de impedir la inscripción de los estudiantes que querían hacerlo. (Por cierto, en no pocas ocasiones se les vio formados en las colas de inscripción, luego de sus intentos por cerrar los locales de trámites escolares). Curiosamente, al detener casi todos los procesos educativos en la UNAM y tratar de impedir la inscripción de estudiantes, los paristas pusieron de manifiesto la perversa coincidencia de su actuar con los intereses de los neoliberales más extremos cuya pretensión es, simple y llanamente, cerrar la UNAM. En efecto, al debilitar la Universidad, el CGH ofrece a plenitud los argumentos de que los propios neoliberales extremos carecían para limitar aún más el presupuesto universitario e, inclusive, empezar a barajar alternativas de reforma universitaria que no la mejorarían sino que la harían desaparecer como entidad.

Volviendo a la pregunta inicial puede reiterarse la respuesta. Sí es posible que la “defensa” de un derecho social conduzca en realidad a su liquidación cuando los defensores actúan aberrantemente y en coincidencia (¿fortuita?) con sus adversarios declarados.

-Francisco Valdés Ugalde-



Por ello no es de sorprender que ante la ocupación policial, que duró poco menos de dos semanas, que no significó "la imposición de medidas neoliberales", ni privatización ni pérdida de autonomía (pues en nueve meses de dejar la UNAM a su suerte ni huelguistas ni autoridades se pusieron de acuerdo), hubiera también reacciones como las siguientes:

Me causó un gran alivio que esta recuperación -e insisto en la palabra- de la UNAM se haya llevado a cabo en forma pacífica, sin violencia, sin ningún disturbio ni heridos. Es un gran alivio.


El Estado tiene la obligación de preservar la universidad para los fines que fue creada. El gobierno no ha hecho más que cumplir con la ley, por encima de todo... la mayoría de la sociedad está porque la universidad sea recuperada, porque vuelva a funcionar y porque sea a través del diálogo lo que resta por resolverse.


Lamento mucho el desalojo, no debía haberse llegado a ese límite; pero no había otra opción porque realmente no había diálogo. El CGH había caído en una intransigencia y no dialogaba ni negociaba. Esperé, como muchos mexicanos, que en la reunión del viernes pasado (4/02/00) entre rectoría y el CGH se llegara a algún acuerdo. Esperaba, por ejemplo, que los huelguistas dijeran: "Liberen a los estudiantes presos y nosotros entregamos las instalaciones de la universidad"


Esta medida debieron tomarla hace 10 meses, no hasta ahora. La universidad es irremplazable. Se ha cometido, por parte de los delincuentes que tenían a la universidad, un atentado contra el pueblo, debido a la apatía de quienes debiron tomar esta medida. Las cosas por su nombre.

Arturo Schroeder

Se cumplen 10 años del desalojo y ocupación policial. Los policías hicieron su trabajo y se fueron. La universidad volvió a funcionar. El CGH toma siete meses después lo que queda del auditorio Justo Sierra y pretende convertirlo en el Che Guevara de 1968. Han pasado más de 10 años del inicio de la huelga, están por cumplirse 10 de la nueva okupación del Justo Sierra. Excegehacheros y actuales okupas proclaman haber salvado el derecho a la educación, lo cierto es que cuando menos diez generaciones de universitarios casi ni se han parado por el que fuera hace muchísimos años el auditorio más importante y grande de CU, el artículo tercero sigue intacto en su fracción quinta, como en 1999. ¿Qué han hecho entonces ellos por nosotros? García Cantú decía respecto a las manifestaciones ceuístas en 1990:

Ninguna idea, ningún programa expusieron, sólo el desafío y la consigna sostenida de llevar al mayor número de jóvenes para lanzarlos al asalto de lo que desean destruir en lo académico: la Universidad Nacional.