En estos días de centenario universitario se ha producido en la prensa una avalancha de artículos sobre la UNAM. Como sabemos, Sheridan ha criticado muchos aspectos de nuestra (de su propia) casa de estudios, sin necesidad de esperar festividades. Nosotros hemos sido mucho más modestos, por ahora, en nuestras aspiraciones, que el Dr. Sheridan en esta columna. Como saben, este sitio está dedicado al tema de la necesidad de un Auditorio Justo Sierra libre. Reproducimos un artículo en el que Guillermo Sheridan expone aquello que según él constituye un pesado lastre para la UNAM.
Una UNAM libre
Cuando acompaña a comer a funcionarios a “La Cava”, la UNAM es una dama pomadosa. Cuando milita junto a los activistas justicieros se convierte en una Madre Coraje con boina. Es la Amante Curvilinea del acadestrativo mediocre y perpetuo que mete a la nómina a toda su familia. Es una Compañera Rojinegra que apoya las “luchas sociales” de su sindicato. Es la Musa de la Diamantina que los cursis convierten en “la conciencia y el corazón de México”. Es la Edecán mañosa que conoce las puertas para ingresar al Poder. Es la Tarta de Limón que tararea desafinadamente Carmina Burana…
La UNAM es una multitud de personajes cuyos usuarios le ponen el traje que más les conviene. Pero entre ese baile de disfraces está la verdadera: una sabia cubierta de tiza y tinta, aromada de laboratorio, modesta y callada, que practica su vocación sin utilitarismos interesados.
La UNAM necesitaría liberarse de sus usuarios no académicos, “despolitizarse” y “academizarse”, como propuso famosamente el rector José Sarukhán en 1988. No, dicen los usuarios, al contrario: hay que politizarla más. (Apenas ayer, Víctor Flores Olea, ideólogo obradorista, festejó el centenario de la UNAM diciendo que “el rechazo del orden existente… es hoy la función más respetable de la Universidad, la única posible”.) La UNAM debería lograr que incumplir sus objetivos generales suponga el éxito de proyectos privados. Estos usos y proyectos políticos parece superior a la voluntad de la UNAM por ser ella misma sujeto de su propia inteligencia. Cautiva de sus usuarios políticos, la UNAM es a tal grado autónoma que le está vedado reformar temas externamente urgentes y postergados.
La autonomía no es sólo la autoridad que posee la UNAM para darse sus propios reglamentos, sino la obligación que tiene de evaluar su realidad, optimizar sus recursos y sus responsabilidades. Pero a la vez carece de reglamentos contra el voluntarismo de sus usuarios. Es decir: tiene la autonomía para modificarse, mas no la suficiencia política para instrumentar sus modificaciones. Su libertad está comprometida. Y si a pesar de esta servidumbre puede producir inteligencia, investigación, graduados, ya se puede pensar en lo que podría hacer con el usufructo cabal de su libertad.
La eficiencia de la UNAM debería considerarse prioridad nacional. Los trabajadores, alumnos y funcionarios no pueden contravenir las obligaciones que le patrocina el pueblo. Los académicos tenemos que hacer valer nuestra superioridad moral y nuestra dignidad sobre cualquier otra instancia universitaria y sobre cualquier poder que no sea el del saber meritorio.
Pero no hay manera de optimizar el desinterés individual -y, por tanto, la función social de la UNAM- si no es colocando a la academia sobre cualquier otro poder, en especial el poder que sustituye la responsabilidad y la racionalidad académicas por los usos políticos. Esto es, desde luego, impensable. En aquel mismo discurso de 1988 dijo el rector Sarukhán que era esencial “una universidad donde el académico sea el personaje central”. Es triste que en la universidad que hoy festejamos, esto, tan obvio, no sea del todo así.
Guillermo Sheridan
Hemos cambiado la modalidad de los comentarios a "moderación necesaria", debido a que algún chistosito colocó códigos XSS aparentemente maliciosos en los comentarios del Coliseo y en lo que averiguamos que tan inseguro puede ser blogger bajo el ataque de esos códigos, mejor impedimos que aparezcan en sus computadoras.
2 comentarios:
Es triste ver el terrible mutismo que hay por parte de los maestros. El sentido común o el deber ser dicta que este a este tipo de "personas" no debería de permitirseles usurpar un espacio público que además pertenece a la comunidad universitaria.
Eso es lo que debería de no ser y por tal se esperaría que hubiese una reacción que eliminara la presencia de estos individuos, pues jurídica y legalmente existen TODAS las vías para hacerlo.
Sin embargo la realidad ha marcado lo contrario durante estos diez largos años. Entonces yo me pregunto: tal vez los que queremos el Auditorio Justo Sierra libre somos los que hemos vivido engañados y en una realidad que no existe, pues esperar la liberación de este espacio es ya una utopía.
¡Vamos! Si en el marco del centenario de la UNAM, en la celebración del legado de su REFUNDADOR no se pudo quitar a estas "personas", - le hecho crema a mis tacos porque fue en ese momento cuando la nación tuvo puestos sus ojos en la UNAM -, entonces dificilmente esto sucederá algún día.
Por lo tanto los resultados me dicen que el sentido común y el deber ser están equivocados, pues lo que es y lo que existe es la Okupa mantenida por un interés desconocido pero eso, justamente eso, es lo que tristemente existe.
Ni hablar, me duele y quisiera que cambiara, me arde y desearía que fuese otra la historia...
Pues organízate chavo y deja de lloriquear, sólo así se cambian las cosas en el mundo, no escribiendo tus berrinches en un blog. Sí los estudiantes organizados tienen un auditorio y otros espacios es porque están organizados, no por otra cosa. Ustedes dan pena, hechándose porras unos a otros en sus redes sociales que a nadie le importan ni le hacen cosquillas. La vocación de ustedes es esa, arrollidarse.
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